Vitamina D y K: ¿por qué suplementarlas juntas? 

La vitamina D es una compleja prohormona con innumerables acciones en nuestro cuerpo, adicionales a las generadas por sus funciones en los órganos tradicionalmente conocidas (hueso, riñón, intestino y paratiroides).

Se obtiene principalmente de dos fuentes básicas: la dieta (10%) y la producción propia por la exposición de la piel a los rayos ultravioleta B de la luz solar (90%).

Para ejercer sus efectos fisiológicos, la vitamina D debe convertirse a su forma activa.   La 25-hidroxivitamina D3 (conocida también como calcidiol o hidroxicolecalciferol) es la principal forma circulante de vitamina D3 y por lo tanto es el mejor indicador de los niveles de esta vitamina.  

Por otro lado, la vitamina K se conoce como la vitamina de la coagulación, ya que sin ella la sangre no coagularía. También ayuda a producir proteínas para huesos y tejidos sanos.  Nuestro cuerpo la almacena en el hígado y otros tejidos corporales incluyendo el cerebro, el corazón, el páncreas y los huesos. La forma activa es la vitamina K2 y es producida en nuestro organismo por las bacterias intestinales y también se puede obtener de fuentes alimentarias tanto de origen vegetal, como animal. 

Ambas vitaminas comparten una serie de funciones: 

  • Salud ósea: ambas vitaminas contribuyen al mantenimiento normal de los huesos y previenen enfermedades como la osteoporosis o las fracturas. La vitamina D cumple el rol de vehículo que transporta el calcio y la vitamina K la guía que indicaría dónde tiene que depositarse (huesos, dientes). 
  • Sistema inmune: la vitamina D3 fortalece las defensas al modular la respuesta inmune adaptativa e innata, mientras que la K2 tiene propiedad antioxidantes y antiinflamatorias. 
  • Salud cardiovascular: ambas vitaminas protegen el corazón y los vasos sanguíneo, ya que la vitamina D3 ayuda a regular la presión arterial, la inflamación y los niveles de colesterol y la vitamina K2 evita la calcificación de las arterias, que es un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. 
  • Salud mental: la vitamina K2 tiene un efecto neuroprotector que ayuda a prevenir enfermedades neurodegenerativas y la vitamina D3 influye en la producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina. 
  • Piel: la vitamina D3 interviene en la regeneración celular y la cicatrización de la piel, mientras que la vitamina K2 mejora su elasticidad e hidratación.

 

Sabemos que la vida sedentaria, la poca exposición solar y vida al aire libre, la edad avanzada, llevar una alimentación vegetariana, tener sobrepeso u obesidad, padecer problemas intestinales y renales, teniendo en cuenta, además, la posible predisposición genética a tener niveles bajos de vitamina D, implica que nuestros niveles en sangre no sean los deseados y saludables, siendo necesario realizar una suplementación.  

Y, por otro lado, llevar una dieta poco nutritiva, consumir mucho alcohol, tener enfermedades intestinales y consumir anticoagulantes, teniendo en cuenta, además, la posible predisposición genética a tener niveles bajos de vitamina K, también impactaría en sus niveles en sangre, generando deficiencia.

Es importante tener esto en cuenta, ya que suplementarse con vitamina D en dosis elevadas teniendo deficiencia de vitamina K, podría aumentar el depósito de calcio en estructuras no deseadas, como órganos y tejido vascular donde podría provocar complicaciones. Es por eso que es importante tener en cuenta los factores anteriores para asegurarse tener un buen aporte de vitamina K mientras se está bajo suplementación de vitamina D o, en todo caso, sumar vitamina K en la misma.  

Por otro lado, también es importante recordar que ambas son vitaminas liposolubles, es decir, solubles en grasa, sin poder ser eliminadas por orina o sudor en caso de excesos, y si uno se suplementa de más, las mismas se acumularían en el cuerpo, generando efectos indeseados como náuseas, vómitos, pérdida de apetito, sed, micción frecuente, debilidad muscular, dolor óseo, confusión y/o arritmias. 

Es por esto que enfatizamos en la importancia de chequear en sangre nuestros valores de vitamina D y K para saber si necesitás algún tipo de suplementación, siempre con el asesoramiento y seguimiento de un profesional de la salud, que te indicará tipo, dosis y duración de la misma. 

En el reporte de “Vitaminas y minerales” de Salud y nutrición de Rewell podrás encontrar qué dice tu genética con respecto a los niveles de vitamina D y K junto con el estado de tu microbioma y así abordar un manejo acorde con nuestro plan de hábitos y coaching nutricional.