¿Podemos cambiar nuestro “destino genético” con nuestros hábitos? 

Desde que se logró conocer más en detalle el genoma humano, los científicos se dedican a intentar comprender la importancia de la genética en el riesgo de enfermedades y en la determinación de nuestros rasgos característicos. Poder entender las causas ayuda a diseñar mejores tratamientos e, incluso, a poder prevenirlas.  

Sin embargo, ¿cuánto nos determina la genética?  

Algo que también quedó claro en estos años es que la genética es sólo una parte de la historia y que nuestros hábitos son una parte fundamental de quienes somos y lo que nos sucede, incluidas las enfermedades que podemos desarrollar. 

Los nutrientes que ingerimos y los factores ambientales que nos rodean, interactúan con nuestros genes, alterando su expresión, pero sin cambiar la secuencia de ADN.  La epigenética estudia como estas moléculas provenientes de nuestro entorno son capaces de “prender o apagar” nuestros genes sin modificar su código.  

Entonces, qué comemos y qué hacemos puede también marcar nuestro destino, junto con la información que llevamos codificada en nuestro genoma. Uno de los procesos mediante los cuales nuestras células modifican el ADN para cambiar la expresión de los genes es la metilación. Mediante este proceso, las células pueden activar o desactivar genes según sea necesario para cumplir su función. 

Un ejemplo concreto de cómo un hábito puede afectar nuestro ADN es el efecto que genera el consumo de alcohol sobre la metilación del ADN. Cuando se ingiere alcohol, este es metabolizado por enzimas de nuestras células y se obtiene un compuesto tóxico que afecta, entre otras cosas, la función de la enzima encargada de metilar el ADN.  

Este compuesto causa una disminución en la metilación del ADN, lo que resulta en una mayor expresión de genes y una desregulación de la función celular. Esto puede causar, por ejemplo, la activación de genes erróneos, fallas en la reparación del ADN y consecuentemente, el desarrollo de enfermedades como cáncer.  
El último informe de la OMS reveló que el 4% de los casos de cánceres que ocurren en el mundo son causados por el consumo de alcohol. Sumado a esto, existen variaciones genéticas que podemos tener en nuestro ADN que generan una menor actividad de las enzimas encargadas de la metilación.  

Si tenemos esta predisposición genética y, además sumamos malos hábitos que perjudiquen aún más, aceleramos el desarrollo de ciertas enfermedades. Por el contrario, conociendo nuestras predisposiciones genéticas podemos modificar nuestros hábitos para prevenir estas enfermedades y potenciar nuestro bienestar.

Por ejemplo, podemos incorporar frecuentemente alimentos que contengan ácido fólico, un nutriente esencial para el proceso de metilación, como así también monitorear la salud de nuestro microbioma para asegurarnos de que contenga bacterias que ayuden a disminuir el estrés oxidativo y promuevan un ambiente antiinflamatorio, esencial para evitar el daño en nuestras células y en el ADN.  

Conocer qué dice nuestra genética y qué podemos hacer desde nuestros hábitos, es una herramienta fundamental para modificar nuestro “destino genético” y obtener una mejor calidad de vida.  

Bibliografía:  

  1. https://www.genome.gov/es/genetics-glossary/Epigenetica 
  1. https://www.cancer.gov/espanol/noticias/temas-y-relatos-blog/2021/cancer-en-el-mundo-consumo-alcohol 
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