Inflamación de bajo grado ¿Cómo puede afectar nuestra salud? 

Vivimos inflamados ¿Qué es y cómo nos afecta la inflamación crónica de bajo grado? 

Las grandes ciudades se han convertido en epicentros de actividad frenética, donde las personas se enfrentan a altos niveles de estrés, falta de tiempo y un estilo de vida acelerado. Sumado a estos factores, la dieta occidentalizada, el sedentarismo, la falta de descanso, la disbiosis intestinal, los factores externos como contaminación ambiental e infecciones crónicas son los factores principales que influyen sobre el desarrollo de la inflamación crónica de bajo grado. 

Pero ¿Qué es la inflamación crónica de bajo grado?  

Esta condición se define como la presencia de niveles elevados de marcadores inflamatorios, mayoritariamente de citoquinas, de manera persistente y sistémica. Además, afecta a un gran número de personas y es el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares, enfermedades metabólicas, cáncer, depresión, enfermedades neurodegenerativas, autoinmunes, entre otras.  

 

Particularmente, el microbioma intestinal comenzó a tener un rol central en la explicación de la causa y progresión de la Inflación crónica de bajo grado. Llevar adelante hábitos poco saludables, el consumo de una dieta rica en alimentos ultra procesados y grasas saturadas, el estrés y el consumo excesivo de antibióticos conducen a disbiosis en el microbioma intestinal. Esto se traduce en una baja diversidad de bacterias intestinales, la presencia de mayor proporción de microorganismos patógenos y la existencia de permeabilidad intestinal. Cuando la mucosa intestinal se debilita y las células epiteliales rompen sus uniones, se produce el llamado “intestino permeable”.  

Esta condición favorece el traspaso de moléculas perjudiciales e incluso de patógenos al interior del organismo. Cuando esta condición persiste en el tiempo, se produce Inflamación crónica de bajo grado, caracterizada por la activación persistente del sistema inmune y la alteración en las funciones de múltiples tejidos y órganos.  

¿Cuáles son las causas del “intestino permeable”? 

El microbioma intestinal desempeña un papel fundamental en mantener la integridad de la barrera intestinal. A partir de la fibra de la dieta, las bacterias que componen la microbiota tienen la capacidad de producir moléculas, como los ácidos grasos de cadena corta, o aprovechar metabolitos de la dieta como los polifenoles y el triptófano, que regulan y fortalecen las uniones estrechas de las células de la barrera intestinal. Además, estas moléculas funcionan como inmunomoduladores, promoviendo la liberación de citoquinas antiinflamatorias en el intestino.  

Cuando, por el contrario, se lleva adelante una dieta rica en grasas saturadas, poco aporte de fibras y alto consumo de azúcar y emulsificantes, las bacterias intestinales no pueden producir estas moléculas beneficiosas y se generan metabolitos que debilitan las uniones estrechas de la pared intestinal y fomentan la liberación de citoquinas inflamatorias como el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) e interleucinas (IL-1β, IL-6), que pueden afectar la función de las células epiteliales intestinales. Más aún, este tipo de alimentación promueve el crecimiento de bacterias poco beneficiosas, como las enterobacterias, que contribuyen a la inflamación al liberar un tipo de lipopolisacáridos que componen su membrana celular y que directamente activan el sistema inmune, promoviendo la inflamación.  

 

 

¿Cómo afecta al resto del organismo? 

Esta situación no sucede únicamente en el intestino, sino que la inflamación crónica de bajo grado evoluciona de manera sistémica. El eje intestino-cerebro es una red de comunicación bidireccional que involucra al intestino y al cerebro. Se ha descubierto que el intestino y el cerebro están conectados a través de señales bioquímicas y nerviosas, y cualquier alteración en el intestino puede influir en la función cerebral.  

Estos procesos inflamatorios pueden afectar la función de la barrera hematoencefálica, alterando la integridad de las células endoteliales que la componen y debilitando sus uniones estrechas. Como resultado, la barrera hematoencefálica puede volverse más permeable, permitiendo que moléculas y sustancias indeseables ingresen al cerebro. Esto puede conducir a cambios en la función cerebral y se ha relacionado con diversos trastornos neurológicos y psiquiátricos, como la depresión, la ansiedad y la enfermedad de Alzheimer. 

Recordá que cada pequeño cambio en tu estilo de vida puede marcar una gran diferencia en tu salud a largo plazo. Concientizarse sobre los efectos de la vida acelerada y tomar medidas para mitigar la inflamación crónica de bajo grado puede ayudarnos a llevar una vida más equilibrada y saludable en las grandes ciudades.  

Bibliografía:  

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