El Omega-3 es un tipo de ácido graso esencial para el cuerpo humano, lo que significa que el cuerpo no puede producirlo por sí mismo y debe obtenerlo a través de la dieta.
Este ácido graso tiene distintos efectos en el cuerpo humano:
- Participa directamente en la modulación de la respuesta inmune.
- Disminuye la inflamación y mejora las enfermedades inflamatorias crónicas y el daño generado por el sistema inmune.
- Tiene un efecto antiinflamatorio en enfermedades inflamatorias de la piel, incluyendo la psoriasis, dermatitis atópica, el acné, hipersensibilidad de contacto y radiación ultravioleta. Los suplementos de omega 3 ayudan a mejorar los resultados del tratamiento además de la terapia estándar dirigida a la piel, reducir la dosis de las terapias actualmente disponibles y disminuir el riesgo de sus efectos secundarios, y lo más importante: mantener y mejorar la salud general de la piel.
- Reduce el riesgo de padecer varios tipos de cáncer como el de próstata, colon, mama, pulmón, colorrectal, ovárico, pancreático, de piel y estomacal, y a su vez mejora la eficacia y tolerancia de la quimioterapia.
- Reduce el riesgo de padecer condiciones cardiovasculares tales como el infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, enfermedad cardíaca congénita, trastornos del ritmo cardíaco, fibrilación auricular, entre otras.
- Se asocia el consumo de omega 3 con la salud materna durante el embarazo y la salud infantil; afectan desde la duración de la gestación, el parto prematuro y el peso al nacer, hasta el desarrollo cognitivo del bebé y la posible aparición de dermatitis atópica, alergias y trastornos respiratorios.
- Una ingesta baja de omega 3 se asocia con un mayor riesgo de deterioro cognitivo o demencia, especialmente en la enfermedad de Alzheimer.
Los ácidos grasos omega-3 de origen marino, como el EPA y el DHA, han demostrado ser efectivos en el tratamiento y prevención de diversas enfermedades, incluyendo aquellas relacionadas con el sistema cardiovascular, neurodegenerativas, cáncer, enfermedad inflamatoria intestinal, artritis reumatoide y lesiones por isquemia/reperfusión.
Sin embargo, el contenido de ácidos grasos omega-3 en la dieta se ve muy afectado por la disponibilidad de pescado y mariscos, ya que son la principal fuente de EPA y DHA para los humanos.
Existe una preocupación por la exposición al metilmercurio y otros contaminantes presentes en las áreas de pesca, por lo que se considera crucial diversificar las fuentes de Omega-3 en nuestra dieta.
Entonces, podemos obtener Omega-3 a partir de:
- Vegetales: Para obtener Omega-3 de origen vegetal, directamente de los alimentos el ALA (ácido alfa-linolénico), presente en alimentos como el kale, espinaca y chía, puede convertirse en EPA y DHA, sin embargo, esta conversión es limitada y variable en cada individuo. Se estima que la eficiencia de la conversión de ALA en EPA es generalmente baja, oscilando entre el 0.2% y el 21%, y aún menor en el caso de la conversión a DHA, que puede ser de 0 al 9%. A pesar de ello, se recomienda incorporar estos alimentos a nuestra dieta para complementar la ingesta de Omega-3.
- Los llamados pescados azules, que son los grasos: Podés identificarlos porque tienen las colas en forma de ‘V’, como sardinas, salmón, arenque, caballa y trucha de lago.
- Suplementos: En este caso, es esencial tener en cuenta algunas consideraciones clave:
- En primer lugar, el tipo y la cantidad de Omega-3 que contienen, prefiriendo una concentración de EPA y DHA combinados mayor a 250mg e intentar llegar a 1 gr.
- La trazabilidad del suplemento también es importante, asegurándonos de su origen y calidad.
- El aceite de pescado es una opción de suplemento, generalmente con alta concentración de EPA y DHA, proporcionando unos 2000 mg de Omega-3 por dosis. Suele venir encapsulado.
- El aceite de krill, aunque tiene una concentración menor de Omega-3, ofrece una mayor biodisponibilidad y generalmente contiene menos toxinas que el aceite de pescado.
- Para aquellos que siguen una dieta vegana, existen suplementos de Omega-3 basados en algas, que suelen tener una concentración superior a 250 mg de Omega-3, siendo una opción viable para obtener EPA y DHA (en los veganos suele predominar la presencia de DHA por sobre la de EPA). Además, el aceite de algas es más sustentable y tiene menos toxinas, al ser el origen primario de la cadena alimentaria.
En resumen, al elegir un suplemento de Omega-3, es importante considerar:
- La concentración: mayor a 250 mg (sumando EPA y DHA)
- La trazabilidad: es decir el contenido de toxinas ligado al origen de ese omega 3 (los peces más grandes, más avanzados en la cadena trófica contienen más cantidad de esas toxinas, y el krill y las algas, menos) y la posible oxidación del aceite frente a la exposición al calor/luz durante la elaboración. Para asegurarte de que el Omega 3 sea de buena calidad, te recomendamos buscar los sellos IFOS o IKOS (international fish/krill oil standards) en los envases de tus suplementos.
- Posibles alternativas basadas en nuestras necesidades y preferencias dietéticas.
- Para maximizar su absorción, consumí el suplemento junto con preparaciones altas en grasas como quesos, palta, nueces y semillas, o condimentadas con aceite de oliva.
Incorporar una variedad de fuentes de Omega-3 en nuestra alimentación puede contribuir a mejorar nuestra salud cardiovascular, reducir la inflamación y promover un bienestar general, sobre todo si vivís en ciudades donde hay baja disponibilidad de peces y si te cuesta incorporarlo más de 2 veces a la semana.